Historia del puerto comerciante
El nombre Mazatlán se aplicó al principio al presidio que los españoles fundaron en el siglo XVI junto al río que se llamó Presidio, pero el Presidio de Mazatlán cambió de nombre en 1828, como ya vimos, y en adelante fue Villa Unión. En el sitio donde hoy se ubica el puerto había un puesto de vigilancia a cargo de los presídiales, para prevenir desembarcos de los piratas. La importancia del puerto fue en aumento a medida que se incrementaban las comunicaciones marítimas en el siglo XVIII.
En 1792 había un asentamiento estable conocido como puerto de San Juan Bautista de Mazatlán, que al año siguiente fue elevado a la categoría de gobierno autónomo al mando de un capitán que era independiente del subdelegado de Copala, en cuyo territorio se ubicaba.
A principios del siglo XIX se le conocía como Puerto Viejo de San Félix. En 1820, las cortes españolas abrieron el puerto a la navegación de altura, y fue entonces cuando se cambió el fondeadero de San Félix a la ensenada sur y se le impuso el nombre de Ortigosa, en honor al comerciante Vicente Ortigosa, que trabajo por el mejoramiento del puerto. En 1832, el Congreso constituyente de Sinaloa impuso a la población el nombre de puerto de los Costilla, por dos comerciantes españoles radicados en Concordia. Pero los pobladores no aceptaron estos nombres, y el uso quiso que se conservara el tradicional nombre de puerto de Mazatlán.
Mazatlán creció al ritmo del comercio exterior; se pobló con rapidez y para 1828 contaba con ms de 5 000 habitantes. A partir de la independencia empezaron a llegar algunos negociantes extranjeros que representaban a diversas casas comerciales, primero estadounidenses e inglesas, pero después también españolas, francesas y alemanas. El gobierno federal haba establecido una aduana en El Rosario para controlar el aumento del comercio de la región, pero en 1828 fue trasladada al puerto de Mazatlán por considerar que contaba con las condiciones apropiadas para su funcionamiento. En 1838 tuvo su propio ayuntamiento.
Para situar mejor la vida política de Sinaloa en el periodo de 1831 a 1853 es preciso tener en cuenta la presencia de otro grupo de poder, el ejército federal. En efecto, en Sinaloa hubo de manera permanente un numeroso destacamento del ejército federal cuyo cuartel estaba en Mazatlán, y cuya función era resguardar el puerto y los caudales de la aduana. Sus comandantes no estaban sujetos a las autoridades locales, y con frecuencia abandonaban sus responsabilidades para intervenir, sin derecho, en los asuntos políticos del estado. Fue precisamente este destacamento militar el que, sobornado por los De la Vega, enfrentó y derrotó a los milicianos del estado para derrocar al gobierno legítimo de Manuel Mara Álvarez de la Bandera. Los más de las veces, los soldados federales actuaron como brazo armado de los comerciantes extranjeros, quienes remuneraban sus servicios.
La vida política del estado de Sinaloa giró alrededor de estos dos grupos de poder, el de Culiacán y el de Mazatlán, el primero formado por los notables De la Vega, su parentela y sus protegidos, y el segundo integrado por los comerciantes extranjeros y sus aliados, las autoridades municipales y los soldados del ejército federal. Debido a estas circunstancias, la lucha política aparentaba ser una profunda rivalidad entre Culiacán y Mazatlán, pero, de hecho, fue la lucha entre los intereses comerciales de dos grupos irreconciliables.